lunes, 13 de agosto de 2012

;Ciudades Modelos;: un oscuro y recurrente cuento hondureño.

Habituado a navegar en tormentosas aguas, confiando en su destreza de caza oportunidades, llegó a Tegucigalpa en plan de negocios, Paul Romer, un reconocido apóstol del neo colonialismo. El recién instalado gobierno pos golpista de Pepe Lobo, luchaba a brazo partido enfrentando por un lado, los justos reclamos e incesantes marchas reinvindicativas que coordinaba la resistencia interna; al mismo tiempo que más allá de las fronteras, procuraba el reconocimiento que otros gobiernos y organismos internacionales se negaban a otorgarle, cuestionando su legitimidad, y reteniendo por el mismo motivo, valiosos apoyos financieros y técnicos previamente convenidos con Honduras. Conociendo al detalle los flujos y reflujos que azotaban al débil gobierno hondureño, hizo su aparición el consultor de marras ofreciéndole una tabla de salvación. Bien sabe éste, que ante la amenaza de perecer ahogada, toda víctima se aferra instintivamente al primer objeto o persona que logra contactar, aunque se trate de una piedra con la que acabará hundiéndose en las más profundas Honduras. Sacó pues de un negro cartapacio, su apetecibles carnada, grasienta y olorosa la exhibió ante los funcionarios gubernamentales y sus infaltables aliados: los peces gordos del empresariado local. En un santiamen -para eso existen los capelllanes asalariados-, los grandes peces se dejaron caer seducidos en la gravosa e importada RED (Regiones Especiales de Desarrollo). Los fachendosos dirigentes gubernamentales fueron dirigidos manzamente por el verdadero pescador, hasta lograr la vertiginosa aprobación - sin agregar más que sello y firma-, del proyecto de ley hecho carnada. El paso subsiguiente sería publicitar la genial creación made in USA, y pegarle un grito - siempre en inglés-, a los grandes inversionistas del mundo: Honduras it's open for Business, dijeron los medios-medios de divulgación y los más voraces capitalistas se dieron cita para conocer y calcular el tamaño de la pitanza a que estaban convidados. Conocidos los detalles, no escatimaron elogios a tan "loable" iniciativa y no dudaron en augurar una milagrosa lluvia de peces verdes sobre esta tierra prometida. ¿Qué de novedosa y creativa contiene la fastuosa propuesta que a uñas y dientes defiende el gobierno y el empresariado hondureño? Nada. Nada de nada y también, nada del verbo nadar, de nadar contra los intereses patrios y con todo el viento a favor de los beneficios personales de unos cuantos vende patria. Trátase púes, de una vieja y sucia artimaña practicada a lo largo y ancho del mundo. Sobran ejemplos para citar: Taiwán, Panamá, Puerto Rico, Cuba, Belice, etc. etc. Para los alcances de este comentario, citaremos unos cuantos antecedente histórico acaesidos en nuestra Hibueras, conocida hoy como Honduras. Posterior a su independencia de España, el más antigüo y parecido ensayo neocolonizador, se dio en Honduras el diez de abril de 1867, cuando arribaron a Omoa, procedentes de New Orleans, unos sesenta estadounidenses, comandados por el Mayor Abednego Greene Malcolm. Éste militar, junto a otros colegas que lo acompañaban, había participado en 1846, en la invasión a México, se involucró en la guerra contra indígenas en Texas y participó defendiendo los intereses de los sureños que por preservar la esclavitud, entraron en guerra contra los abolicionistas del norte que dirigía Abraham Lincoln. Concluída la guerra de secesión a favor de los unionistas, ciertos confederados, no quisieron someterse a la nueva realidad, y decidieron emigrar al extranjero. Unos viajaron a México, otros a Belice, Brasil y también a Honduras. En mayo tres, casi a un mes de su arribo a Omoa., el Mayor Abednego entrega por escrito en Comayagüa, al gobierno de José Santos Medina, un largo pliego de peticiones, el que guarda un asombroso parecido con las establecidas para las "City Charter" de Paul Romer. Más admirable aún resulta que los gobernantes de turno, respondieron en aquel entonces, igual que los de ahora, con la misma ceguera y carencia de patriotismo. Las principales peticiones hechas a Medina se resumen en otorgarle a los extranjeros solicitantes, conseciones y privilegios que ni en sueños se permitiría gozar pacíficamente a los connacionales, a quienes por el contrario, por exigir sus derechos constitucionales, se les persigue hasta la muerte, tal como acontece actualmente en el Bajo Aguan, zona en que después del golpe de estado ejecutado contra el gobierno de Manuel Zelaya, han sido asesinados cerca de cien campesinos, y por el clima social imperante, la cifra parece estar aún en puntos suspensivos.

Los ex confederados, es decir, los "espaldas mojadas" llegados del norte, solicitaron ante Medina , entre otras cosas las siguientes: 1. Permiso para colonizar y explotar las tierras ubicadas al sur de San Pedro Sula, según se indicaba en mapa adjunto. 2. Autorización para navegar exclusivamente por las riveras de los ríos Chamelecón, Ulúa y otros ríos tributarios. 3. Libre uso del puerto Caballos (Cortés) durante tres años a beneficio de su colonia. 4. Derecho a construir carreteras en terrenos públicos o privados. 5. Exención de impuestos por dos años. 6. Permiso para importar sierras, carruajes y todo equipo necesario para la explotación de su colonia. 7. Permiso para destilar licor en sus granjas. 8. Derecho a construir acueductos y a desviar aguas en lugares adyacentes a la colonia. 9. Privilegios para establecer manufacturas de madera y algodón por diez años. Para remachar el pliego de privilegios requerían autorización para organizar de manera separada su colonia de la ciudad de San Pedro Sula, regida por su propia ley de municipalidad, y gobernada por autoridades que ellos mismos elegirían. Y para honrar el nombre del "sabio benefactor" la colonia se llamaría "Ciudad Medina". El Congreso de la República y el presidente Medina, sin objetamiento alguno, aprobaron todas las consesiones solicitadas, dejando en la historia hondureña, el precedente más antiguo de lo que actualmente suelen nombrar como "Ciudades Modelos". Tanta similitud entre la "Ciudad Medina" y las pretendidas "Ciudades Modelos," hace previsible que más de alguno se vea tentado a plantearse una mística pregunta: ¿Será acaso real la supuesta ley de retornó y recurrencia que mencionan algunas religiones orientales? , ¿ Cabría la posibilidad que tengamos por ello viviendo de nuevo entre nosotros al alma de Medinón bajo una piel de Lobo? Demos por descartadas estas metafísicas probabilidades. Asumamos como simple explicación, la natural identidad de carácteres que poseemos los humanos de ayer y hoy. La ambición desmedida de unos, la corrupción y los corruptores, la deslealtad patriótica y todos los vicios habidos y por haber, siguen tan enraizados en la presente generación, como lo estaba siglos atrás. Afortunadamente para la traicionada patria de Morazán, no faltará también, la voz de la rebeldía dispuesta siempre a apedrear a verdades a los desnaturalizados mercaderes de la patria.

La loca regalía del territorio nacional continuó siendo una afrentosa práctica hasta muy entrado el siglo XX. Se fomentó la inmigración europea y norteamericana con la descabellada idea de impulsar por este medio el desarrollo civilizado del país, porque bajo la miope mirada de gobernantes y oligarcas, la población autóctona y mestiza era indolente y de linaje inferior. Se impulsó entonces la inmigración blanca, concediéndole a cada familia que ingresaba, cinco acres de tierra legalmente titulada. Por este mismo tiempo (1880), se reimpulsó la explotación minera permitiéndole a las compañías norteamericanas: New York Mining Company y a la Honduras Rosario Mining Company, operar sin restricciones de ningún tipo y libres de pago impuestos. Las ganancias obtenidas por estas empresas eran tan exhorbitantes que, provocaron la llegada de otras compañías de igual rubro, convirtiendo a las exportaciones de oro y plata en el principal renglón de exportación de Honduras. Como si se tratase de una competencia a quién pudiera regalar más territorio nacional, cada nuevo gobierno continuó desmigajando más y más el terruño patrio.
Las arriba indicadas concesiones y prerrogativas, pasaron a ser meras fruslerías comparadas con las miles y miles de hectáreas que irresponsablemente pasaron a manos de pequeñas y grandes compañías bananeras extranjeras. En 1899, El Presidente Terencio Sierra, buen amigo de la Vaccaro Brothers de New Orleans, le permitió a ésta adjudicarse 250 hectáreas por cada kilómetro de línea férrea que construía en los predios que le fueron asignados. La Tela Rail Road Company, se comprometió a construir otros 12 kilómetros de línea férrea a cambio de 600 hectáreas de fértil tierra. La Trujillo Rail Road Company, se adueño de nada menos que 10,000 hectáreas por 20 kilómetros de línea férrea. A la par de esta deleznable conducta sibarita, se presentó una constante inestabilidad política estimulada y financiada tras bambalinas por las cada vez más poderosas y diversificadas compañías extranjeras. Muestra de esta alianza vergonzosa de empresarios extranjeros y políticos criollos se presentó en 1911. Sam Zamurray, judío de origen ruso y nacionalizado estadounidense, se encontraba en serios aprietos financieros después de haber adquirido a precio de pirracha (banano u otra fruta de pésima calidad) las cinco mil hectáreas que poseía la Cuyamel Fruit C. Zamurray adeudaba mucho dinero a bancos norteamericanos. El siniestro personaje concibió entonces un plan para cargarle a Honduras sus problemas financieros. Viajó púes a New Orleans para entrevistarse con el derrocado y exiliado presidente Manuel Bonilla, a quién persuadió y embaucó para materializar su malvado plan. Logrado lo anterior, hizo lo mismo con un soldado aventurero llamado Lee Chrismas y otro pistolero profesional apodado Guy Ametralladora Molony. En enero de 1911, los cuatro personajes junto a un grupo de mercenarios, zarpan de Hornet rumbo a Honduras. Armados con una ametralladora pesada, una caja de rifles de repetición y 1500 kilos de municiones. El 1 de febrero del mismo año, después de anular a cuantos se interpusieron en su camino, Bonilla fue investido de nuevo como jefe de estado. Agradecido por el favor recibido, otorgó a la Cuyamel Fruit Company, la jugosa consesión de 10,000 hectáreas para el cultivo de banano por un período de 99 años. Convirtió además, a Lee Chrismas, en su hombre de confianza a quién encomendó su guardia personal. Tanto poder y protección llegó a ostentar este aventurero, que en 1903, comandó un grupo armado y penetró al edificio del Congreso Nacional, y después de propinar golpes al diputado Policarpo Bonilla y a otros ocho diputados opositores de su amigo -el presidente-, los arrestó sin ningún protocolo o ceremonia, los condujo a la penitenciería en donde fueron engrillados y encadenados. Sam Zamurray entre tanto, tranformó a la Cuyamel, en su reino personal, la segunda "Ciudad Modelo" de nuestra dolorosa historia patria.
El Cónsul de los Estados Unidos de Norte América en Puerto Cortés, el año 1916 refiriéndose sobre este tema expresaba: "El territorio controlado por la Cuyamel es un estado en si mismo. Alberga a sus empleados, cultiva plantaciones, opera ferrocarriles y facilidades terminales, líneas de vapores, sistemas de agua, plantas eléctricas, comisariatos, clubes"

Aunque quede acá apenas planteado, la penetración capitalista y su perversa ingerencia en la política nacional, ha sido posible, sin lugar a dudas, por la inmoral confabulación de políticos nacionales y el reiterado intervencionismo militar de Estados Unidos de Norte América. En respaldo de esto, vale citar unas líneas escritas por el General Smedley Butler, quién después de 33 años de servicio en el Cuerpo de Marines, escribiera su famoso libro: La Guerra es un Latrocinio. En donde detalla su amargura y decepción por haber puesto lo mejor de su vida al servicio de los más insaciables empresarios de su país, invadiendo para ello, muchas naciones alrededor del mundo: "En 1923 enderecé los asuntos en Honduras en interés de las compañías fruteras norteamericanas.". Más adelante continúa diciendo: " Fui premiado con honores, medallas y ascensos. Pero cuando miro hacia atrás considero que pude haber dado a Al Capone algunas sugerencias. Él, como gangster, operó en tres distritos de una ciudad. Yo, como marine, operé en tres continentes." En 1933, en una alocución pública, Butler expresó entre otras cosas: "Yo creo en la adecuada defensa de nuestras fronteras. Si una nación viene hasta acá a pelear, entonces pelearemos. El problema con América es que cuando el dólar gana un 6%, acá se llenan de inquietud y van al extranjero a tomar el 100%. Entonces, la bandera sigue al dólar y los soldados siguen la bandera."

Con esto y tantos otros vergonzosos antecedentes de desamor patrio y complaciente tolerancia con las humillantes violaciones de la soberanía nacional; pregunto yo, un simple ciudadano celoso por cada pulgada de mi amada patria: ¿Con qué cara pueden los gobernantes de turno, empecinarse en seguir desintegrando la pequeña y pobre Honduras? Hasta los menos legos comprendemos la flagrante violación constitucional que implica aprobar y poner en práctica esta injusta ley. Tan injusta, perniciosa y antipatriotica qué serviría tan sólo para cercenarle al país sus mejores y escasas tierras para entregárselas a los poderosos de afuera y de adentro. El resto de la población, mientras tanto, seguiría condenada a su inveterado marginamiento, peleándose entre si los cascajos sobrantes.

Mientras las naciones más previsoras se preparan para una inminente escasez mundial de recursos naturales, mientras los poderosos poseen planes de largo plazo para proteger los recursos que ya poseen, en Honduras hay un gobierno que saltándose los diques legales e ignorando los más racionales reclamos del pueblo, se obstina en entregar las parcelas más valiosas del país. Y todo a cambio de nada. Nada de nada. Y nada de nadar contra los intereses patrios y a favor del apestoso viento de la codicia desmedida de unos cuántos vende patria .