sábado, 2 de septiembre de 2017

Debilidad de las Naciones

Pobre de las naciones, que contrario a buscar unidas, soluciones a similares problemas, se enemistan entre si, atendiendo el consejo que por separado y subrepticiamente les susurra el poderoso acostumbrado a la conquista.

Marco Aurelio Lainez Zelaya

miércoles, 30 de agosto de 2017

Latinoamérica en la encrucijada.

Quien no lee ni interpreta la historia propia y ajena, está condenado a sufrir las consecuencias de errores perfectamente evitables. Una mirada acuciosa al pasado y al presente de nuestra propia realidad y la de otros, arroja suficiente luz para prever el rumbo de nuestros pasos, y conocer los obstáculos, las amenazas y oportunidades  a que nos enfrentamos.

Latinoamérica, a pesar de sus fuertes lazos históricos y culturales, y de los sueños y esfuerzos integracionistas emprendidos después de la independencia de España, sufre hoy por hoy, la peor de sus amenazas: la balcanización de su región.
Las voces guerreritas de ciertos gobernantes y líderes conservadores que claman por una intervención militar contra el gobierno venezolano, parecen incapaces de entender que concretada una barbarie de este tipo, enterrarían para siempre el envidiable potencial de desarrollo que posee, más que cualquier otra región del mundo, este rico subcontinente.

El subdesarrollo que nos abate en Latinoamérica, es un mal de por si terrible, pero quedaría empequeñecido, comparado con los efectos que traería consigo una invasión militar a la cuna de Bolívar. Se profundizaría la división de nuestros pueblos, desatando una violencia que podría tornarse crónica, igual que el desgaste económico que produciría la carrera armamentística de los bloques en conflicto. Porqué tengámoslo bien claro, el fin de este intervencionismo no es el derrocamiento de un gobierno, sino, el establecimiento de posiciones políticas irreconciliables para hacer de cada bloque, un cliente seguro de su tecnología armamentista, y desde luego, más dependientes y manipulables que lo lamentablemente ya somos.

Si en verdad nos interesa el desarrollo de nuestras naciones, buscaremos a costa de todo evitar, que tomando como excusa los conflictos internos de cualquiera de nuestros países se desate una guerra interregional, para amanecer después, más fragmentados y enemistados que la África occidental, que la sangrienta región persa o las irreconciliables Coreas, siempre al borde de una nueva y aniquilante hecatombe