domingo, 21 de mayo de 2017

Miami, la equidistante.

(Marco Aurelio Laínez Zelaya)








Miami, como toda urbe moderna, posée ventanas de transparencias casi imposibles, desde las cuales se atisba algo del futuro. Es decir, de un presente tan distante, tocando a lo prohibitivo o inaccesible para el mundo subdesarrollado.

Miami, tiene también sus terrenales avenidas cuajadas de pobreza, mugrientos tálamos de cemento salpicados de mendicidad.

De un paso a otro, una calle cualquiera se convierte en punto equidistante entre los repentinos contrastes de un ayer casi olvidado y un mañana que casi arriba. Ni el más extravagante Lamborghini perturba con sus rugidos al camión del frutero; mientras el delicado y exacto tic tac del reloj atómico, se declara incapaz de silenciar al respondón anuncio de los gallos, en madrugada plena del north west maimense.