(M. A. L. Z.)
Es tu elección,
te entiendo y compadezco.
Vete, entonces,
no puedo seguirte.
De hacerlo,
cargaría como a una brizna en mis ojos
la culpa de aceptar lo que no creo
y hacer lo que no debo.
Si has de partir, hazlo.
Más no esperes que siga tus pasos
por la escalinata descendente de la ambición.
Me conoces bien,
planto cara a mis desafíos.
Pero, entre mis variadas apuestas
no hay cabida para asumir el riesgo
de canjear amigos por socios,
socios por aliados,
aliados por cómplices
y cómplices por enemigos.