domingo, 20 de marzo de 2016

Mujer Violeta

Marco Aurelio Laínez Zelaya

La encontré esta mañana, humedecida aún por el rocío, luciendo su delicado traje violeta, tan contrastante entre el verdor de la bueneza -no encuentro razón para calificar de malo lo que bien se ha hecho-.

Desconozco su nombre verdadero, nadie puede presumir de saberlo. Todo nombre no es más que un caprichoso denominativo  popularizado. Y para caprichos, me basto con los míos. Siendo esto así, la llamaré Mujer Voileta, por el color de su traje y por la estrella de cinco picos -verdadero diagrama del cuerpo humano-,  que exhibe en la cara interna de sus pétalos.

Contemplándola, tan hermosa pero insignificante, me atreví a preguntarle: el  por qué de su existencia.  ¿Por qué te esmeras -le dije-, en lucir tanto esplendor, si es tan breve tu vida y son tan ignorados e ignorantes los seres entre los que habitas?  Por supuesto, no me dijo nada. Al menos eso creí inicialmente, pero acallando mi necio parloteo y afinando mis toscos  sentidos, me extasié por un momento  contemplando su colorida humildad; y desde su imperturbable silencio logré por fin percibir sus susurros, devolviéndome  las mismas  interrogantes.