domingo, 11 de junio de 2017

Bitácora

(Marco Aurelio Laínez Zelaya)

No sé que decir, si los llevo conmigo o me llevan con ellos. Sé tan sólo, que viajamos alternándonos  el mando. Hablo a veces con voz propia y dirijo; pero también, muy de vez en cuando callo, escucho y obedezco.

Dando un vistazo al camino recorrido, reconozco aciertos y fallas cometidas. Cada uno ha tenido sus temporales apogeos, sus roles protagónicos, sus momentos de destellos salvadores y  de opacidades peligrosas.

En este barco, cada tripulante lleva brújula propia y un norte en el centro de sus intereses. Remar así, es contraponer esfuerzos creando turbulencias que nos  obligan a movernos en círculos. A veces, las mismas tempestades con sus portentosos empujes se tornan benignas, al romper la fuerza centrípeta que en tiempos de calma paraliza nuestra nave.

No sé hasta donde lograremos avanzar. La nave se vuelve cada día más vulnerable: raído su velamen, desgastado su andamiaje; gime y cruje su madera envejecida; reposan con más frecuencia los marineros y  sus remos.
Los momentos de tranquilidad y calma se prolongan más de lo habitual, como infalible presagio de una paz mayor e imperturbable.