domingo, 26 de julio de 2015

Silencio, no perturben mi soledad.

La soledad y el silencio no siempre van de la mano, pero guardan entre sí muchas similitudes. Ambas existen o aparentemente mueren de manera temporal; tienen las dos, sus volátiles raíces en la conciencia humana; son además, tan subjetivas como otros conceptos que juzgamos equivocadamente bien definidos por el hecho de estar incluidos en un grueso diccionario. Un piano relegado en el olvido, es solo una pausa musical prolongada, tarde o temprano estallará el suspenso y la preñez de cada tecla llorará sus melodías; la otrora bulliciosa corriente del río, endurecida por el frío invernal, rescatará un día sus húmedos cantos auxiliado por la mirada del sol; la voz del cantor sobrevive a la brutal censura, dialogando en alta voz con sus recuerdos y sus sueños.