viernes, 1 de enero de 2021

Alcahueteando.

M. A. L. Z 

Samuelito, con menos del año y medio de edad, ha raavivado en mí,  la capacidad de asombro ante la natural inteligencia de los pequeños. Fuera de las casi innatas expresiones : papa, mama, pepe y otras onamatopéyicas,  maneja en su haber una insistente palabrarería ininteligible, que sin embargo resulta extraordinariamente efectiva para darse a entender, y mucho más para llamar la atención y hacerse querer. Con ese mismo fin, sorprende verlo valiéndose de las personas, tal como si fueran herramientas a su servicio.  Un día de estos, por ejemplo, en el vehículo, luchaba infructuosamente por desabrocharse el cinturón de seguridad, al verse imposibilitado de lograrlo por si mismo,  no dudo en tomar mi mano y presionar con ella el botón preciso. En otra ocasión,  mientras lo cargaba en mis brazos, luchaba por hacerme volver atrás, y se avalanzaba con su cuerpo en dirección a donde le interesaba ir. Al ver que no lograba lo deseado, usando su cabeza como timón, empujaba la mía para hacerme girar. No pude menos que recompensar su ingenio, haciéndole una vez más de alcahuete.

jueves, 31 de diciembre de 2020

De puertas abiertas.


M. A. L. Z.

Si es la soledad nuestro destino ineludible ¿Porqué habré de temerle? Bienvenida sea su compañía, reconfortante su frío abrazo, grato el susurro de su boca oscura.

Introspectivamente agradecido

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M. A. L. Z.

Nunca falta alguien que, ipnotizado por la realidad concreta del presente, se olvide de mirar hacia adelante y de dar constantes vistazos al mundo interior, al pasado, esqueleto sustentador de todo cuanto nos rodea y de cuanto en si mismos somos. Por el contrario, el sediento de sabiduría, emprende y disfruta viajando introspectivamente en  busqueda de explicaciones  a la causa de las causas. Y es, gracias a ese transcurrir consciente, que mientras viajamos y ganamos un poco de sabiduría, aprendemos a amar y a ser sumamente agradecido con la vida y con los dadores de vida: los que nos pusieron en este mundo terrenal, los que trajeron el pan y el agua a nuestra boca, los que nos enseñaron a valernos por nuestros propios medios, los que nos contagiaron de entusiasmo y alegría, los que con sus fuerzas o consejos nos rescataron del peligro, los que salvándonos del desaliento nos llenaron de esperanza, los que tuvieron el valor de señalar nuestros errores, los que con sus actos o palabras pusieron a prueba nuestra sensatez, los que con su perdón nos dieron la posibilidad de rehacernos, los que confiando en nuestras potencialidades, nos brindaron la oportunidad de ser humanamente útiles.

Juntos viajamos en el tren del tiempo. El pasado ajeno no es tan ajeno, nos pertenece en parte y en parte nos gobierna. No tenemos derecho exclusivo sobre el presente, sus redes se extienden a quienes siendo, están, y a los que estarán y serán.





lunes, 28 de diciembre de 2020

Travesuras y reflexiones.


M. A. L. Z.

Estas preciosas traviesas, Lucía (4) y Camila (3), son además de primas, mis dos nietas menores. Cuando se juntan, no hay orden ni silencio que resistan las embestidas de su bulliciosa alegría. Y como si fuera esto muy poco para  hacernos sentir felices, se encargan, con cierta frecuencia, de sorprendernos con  ocurrentes y geniales precocidades. La última de estas situaciones se presentó cuando Dulce Rocío, madre de Lucía, le llamara la atención seriamente por haber estado la pequeña traviesa a punto de botar una olla de comida.
Lucia -dijo Dulce- ponga más atención, Ud. ya está grande, bien entiende lo que hace.
No mami -respondió, serenamente la pequeña de cuatro años- yo soy pequeña, vos, mi abuela y Marcos (su primo mayor) son pequeños también, porque vivimos en un mundo muy grande y somos pequeños para el mundo...

¿ Papá qué?


M. A. L. Z.

No seré quien corte las alas de la imaginación creativa a los niños. Pero, jamás les inculcaré fantasías irrealizables, por más consabidas o inocuas que estas sean.
Siendo congruente con lo dicho, pediré a mis pequeñines que, durante los últimos días del año, sigan llamándome papá, pero, que en vez de Marco me digan Noel. De tal manera, podrán emprender cuántas veces deseen sus altos vuelos navideños y retornar sin mayores percances, a la pista terrenal, dónde los sueños se corporizan y el armazón de cal y canto aprende a elevarse con esfuerzo y dirección propia.