martes, 3 de mayo de 2016

El Diablito del amor.


Entre un aparente caos de imágenes y colores, Cecilia B. Lagunas y su arte, nos propone una sujetiva visión sobre el más bello y poderoso de los sentimientos humanos: el amor. A través de su pintura , El diablito del amor, saturada de imágenes distorsionadas y caprichosas tonalidades, deja claramente establecida la complejidad inaprehensible de dicho concepto.

Tildar de diablito al amor, implica de entrada, reconocerle a éste un poder cuasi sobrenatural, que ejercido sobre nosotros, nos obliga a cumplir gustosamente, la que talvez sea, la más importante misión de nuestra existencia : preservar y renovar la misteriosa flama de la vida.

Por la magia del pincel y la acuarela, el mítico personaje aparece en el recuadro aún más diminutizado, sin alas, sin cuernos, sin pezuñas ni rabo; reducido a un simple humanoide del plano terrenal.

Rendida y por el suelo yace su espada.
Vencido fue en la batalla por conservar sus facultades sobrenaturales. Acude entonces, a dos secretos y poderosos arsenales : el placer y el dolor. Las municiones parecen inagotables en cada uno de los dos depósitos. Todos, sin embargo, apuntan al mismo objetivo : preservar y multiplicar la vida.
Todo placer es una recompensa recibida por cada tarea realizada para mantenernos vivos. Todo dolor o desagrado, es un castigo o una advertencia que nos ordena distanciarnos de la muerte.

Por obra y gracia del diablito o el angelito del amor, la batalla decisiva para escalar la gloria o hundirse en el anonimato eterno, habrá de librarse en la mente y el cuerpo humano; con empellones o con abrazos, a pedradas o a versos.