sábado, 4 de abril de 2020

De las llamas al brasero.

¿Cómo se explica que estando una nación bajo el mortal ataque del coronavírus, que amenaza con aniquilar la vida de cientos de miles de ciudadanos, su dirigencia, contrario a focalizar sus mejores esfuerzos y recursos al combate de este peligro real, decida movilizar una parte importante de sus fuerzas armadas para dar inicio, según todo parece indicar, a una nueva aventura guerrerita?

Es un plan nada nuevo, cuyos motivos de fondo son también previsibles,  muy distintos a los que públicamente vierten quienes han ordenado estos operativos.  Lo que debe llamar la atención de todos, es la urgente prisa con que se da marcha a esto.  El escenario pospándemico mundial a que nos adentramos es más caótico de lo se pensaba y hace por lo mismo,  impostergable  la concreción de ciertos planes estratégicos de conquista.

miércoles, 1 de abril de 2020

Con La Moneda al aire.


M. A. L. Z.

Según parece, nadie supo medir con precisión adecuada lo que traía consigo la pandemia del coronavírus. En lo que a sanidad respecta, desnudó la precariedad que impera a lo largo y ancho del globo terráqueo. Preocupa sobremanera la magnitud del desastre que por esta causa podrían sufrir las naciones subdesarrolladas, cuyos sistemas de salud pública han sido crónicamente debilitados a través de la corrupción institucionalizada, el constante desmedro en sus asignaciones presupuestarias y el asedio de programas de privatización impulsados por organismos internacionales

Las naciones con mayor desarrollo, por su parte, han demostrado inobjetables deficiencias a la hora de prever, ponderar y ejecutar planes de trabajo adecuados para enfrentar con eficacia las grandes emergencias. Ha falta de un equipo multidisciplinario de expertos y de políticas claras para actuar con prontitud ante crisis globales, algunos gobernantes, con arrogante ignorancia han arrastrado a sus naciones al martirio. Tuvieron ante sus ojos los ejemplos y se negaron a verlos. Actuando con demora y tibieza, han magnificado los efectos del desastre.

No menos alarmante y peligroso que los efectos inmediatos sembrados por la pandemia, es lo que nos depara el desbarajuste financiero en que ya estamos sumidos. Los calculadores y especuladores de oficio no aciertan a que apostarle, la balanza oscila sin parar, bolsas en caída libre, monedas que vuelan al azar.

Algo tenía que hacerse y se ha hecho para contrarrestar los severos golpes asestados por la pandemia contra las economías familiares y empresariales. Ojalá el remedio no salga más mortal que la enfermedad.

No obstante, una gran duda queda flotando en el ambiente: ¿hasta dónde conviene recurrir a la maquinita milagrosa y emitir dinero a mares, precisamente hoy, cuando la producción de bienes y servicios está en declive?
Bien sabemos que la estabilidad macroeconómica y la de toda moneda es solo posible si los movimientos ascendentes o decrecientes de la masa monetaria guardan una relación simétrica con los índices de producción y consumo, sin dejar de lado el grado de confianza o credibilidad que se tenga en todo esto. Ninguna moneda o economía gozará de estabilidad en un ambiente de incertidumbre.

Antes del coronavírus, Estados Unidos de América, la Unión Europea y hasta China, podían sin mayores dificultades emitir más y más moneda constante y sonante, aún excediendo el respaldo que su propia economía podía brindarles, puesto que, tratándose de monedas de aceptación mundial, su valor de mercado queda amparado por la economía mundial. Con esta ventaja de su lado, mas el poder coercitivo que ejercen el Banco Mundial y el Fondo Monetario internacional, les ha sido fácil a estas potencias económicas apropiarse pacíficamente de la riqueza del mundo, intercambiando recursos naturales por simples espejitos verdes. Y cuidando este gran privilegio, evitarán a toda costa la creación de entidades o bloques económicos que pongan en peligro su ventajosa posición.
Por billonadas se cuentan los dólares y euros que están saliendo al ruedo. De no lograrse una pronta recuperación económica en el mundo; con todo este dinero circulando, más el dinero bancario que se crea con las vueltas y vueltas del mismo, el mundo entero entraría en una crisis financiera jamás vista.

Sin duda, llegará el fin de la zozobra pandémica, tiempo habrá para concelebrar y llorar a los caídos. Pero, todavía con los pañuelos húmedos y los ojos enrojecidos por el llanto nos adentraremos, muy probablemente, a un escenario financiero más caótico y duradero que lo vivido previablemente.
No todas las empresas se mantendrán a flote, las que sobrevivan retomarán su auge de a poco, la absorción de mano de obra será también lenta, la lucha por la subsistencia desbarrancará las tasas de inversión y de ahorro. 

Doña mundana


M. A. L. Z.

Convidados o no, pero en el carnaval mundial andamos.
Luce doña economía su traje global. Un exclusivo círculo de diseñadores imponen la moda y toman las medidas que más convienen a sus intereses: un arremangón por acá y una sobreprotección por allá, un apretón de cinturón o la voluptuosidad seductora o atemorizante de un escote, una careta de plumas y un desplumado más que se queja. Que subió de peso la señora, haremos un nuevo ajuste: se descobija al descobijado aunque coja resfriado y se asuste.