miércoles, 28 de diciembre de 2016

La Dulce vengadora.

(Marco A. Laínez Z.)

LA DULCE VENGADORA
(Marco A. Laínez Z.)

Tras el portentoso disparo lanzado al aire, el silencio se apoderó  del salón, dejando a la bullanguera multitud, suspendida en una brevedad interminable.

El seco ruido de tus tacones telegrafió,  inconfundible y claramente una temible advertencia, más parecida a una sentencia de muerte.
¿Qué sentimientos perturbaron la dulzura de tu semblante?  Y ¿quién entre todos los ahí reunidos sería el depositario de la implacable venganza que rezumabas tan copiosa y evidente?

Tu anhelante búsqueda cesó repentinamente, y la marca infalible de tu mira telescópica, se posó cetera en el entrecejo del desventurado blanco de tus iras. Como minúscula marioneta atada a un hilo invisible a tu índice derecho, levantose  aquel, y obedeciendo tus instrucciones, avanzó hasta ti.
A unos cuantos pasos de tu presencia, sin decir palabra alguna, más resignado que dispuesto, desabotonó su pecho en espera del inexplicable y fatal castigo.

Después de un prolongado cruce de miradas, sin perder la compostura de guerrera ni dejar de apuntarle, te le aproximastes dos pasos. Y en un relampagueante accionar, bajo el estupor de los mudos testigos, lo acribillaste a besos. .