sábado, 18 de julio de 2015

Corridas de toros.

¿Qué hay en el fondo de todo ésto? 
¿No creen ustedes que es una de las tantas y tontas tradiciones que debiéramos descontinuar?

En cada región del mundo pervive este  tipo de espectáculo, con variaciones que van desde el riesgo limitado hasta el desafío máximo que implica poner en juego la misma vida.

¿Qué pretenden demostrar los que así se exhiben, qué complejos tan poderosos los mueve a este sin sentido?  

¿Serán acaso víctimas de una profunda desvaloración personal y que sintiéndose disminuidos, desconocidos, ignorados, buscan con su atrevimiento proclamar erróneamente su valía? !! Y vaya de que manera lo procuran!! Mostrando que a pesar de su desventaja física, de su poca velocidad y su nula defensa ante las embestidas de la bestia,  tienen más  "valor" que otros.  

Detrás, al lado y al fondo de estas bárbaras costumbres,  veo con mucho pesar, una sociedad que se resiste a escalar por mejores derroteros, que para afirmar y confirmar su existencia debe recurrir a una competencia equivocada, desechando sus mejores armas (la razón, el altruismo, la solidaridad, entre otras), prefiere descender al redil y equipararse mentalmente -porque físicamente está en desventaja clara -, con la bestia.

Individual y colectivamente los humanos, de una manera bronca o sutil,  mantenemos vivo el culto a lo bestial. En los inicios de nuestra historia, cuando la lucha por la sobrevivencia era una constante confrontación contra los animales y los elementos de la naturaleza,  la admiración por estas fuerzas era tal, que las elevamos hasta rangos divinos -del bien y del mal-. Reminiscencias de  esto perviven en la sociedad moderna. No son pocos los famosos y menos famosos que lucen con orgullo su mote animalesco: el tigre, el toro, el gato, la liebre, la pulga, el tiburón. Lo mismo ocurre de manera colectiva con clubes deportivos, con equipos de trabajo, incluso con universidades.

En lo que a mí respecta, sabiéndome dueño de mis propias habilidades y debilidades, prefiero mantenerme en un constante desafío personal. Antes que vencer a otros, continuaré procurando vencer mis propias imperfecciones, esforzandome en ser cada día menos irracional y más  humano.