martes, 10 de febrero de 2015

Gratitud

(Marco Aurelio Laínez Zelaya )

"Sentir gratitud y no expresarla, es como envolver un regalo y no darlo"
William Arthur Ward

Los elogios sinceros son escasos y valiosos como el oro. Dan seguridad y reconfortan el ánimo de quien los recibe y enriquecen  el espíritu del que provienen.

Por su propio peso y solidez, la palabra sincera, sin requiebros ni  falsetes, esquivando superficiales protagonismos, emerge vibrante y genuina para alojarse en la esencia misma de quien la recibe.

Nunca el frío resplandor de la adulación podrá competir con el cálido brillo de un enunciado franco y bien intencionado. Más temprano que tarde, la sombra acusadora de los intereses resalta sobre el artificioso y efímero fulgor de la lisonja esmeradamente calculada.

Expresa sin ambages tu gratitud a cuantos  te aman, a los que bien te sirven y a quienes de buena voluntad procuran evitarte un mal.

Agradece sin rencores a los que públicamente te critican y no confíes ciegamente en elogios privados.

Recibe todo cumplido con humildad, sin embargo, mientras actúes con justicia y corrección, no esperes más reconocimiento que la satisfecha voz de tu propia conciencia.

Mi sostenido amor

De pronto, 
entre el caprichoso cromatismo del Re y el Do,
dictatorial y armónica, 
exquisita y seductora 
Llueve  sobre mi RecuerDo 
la vibrante tonalidad de tu nombre.

Gota a gota,
Nota a nota,
Voy poblando
contigo mi silencio.

Es tu nombre,
la redoblante razón de Mi canto,
arpegio mayor, 
Que sonando y
Re-sonan-Do, 
ensaya en Mí, 
con exclusividad patentada,
sus caprichosas pausas  y bemoles.

Y  en Mi sostenido esfuerzo 
Por hacerte feliz,  
voy in crecendo proclamando 
La refinada alegría de amarte.