M. A. L. Z.
Soledad;
mi fiel y confidente amiga,
vengo de nuevo a contarte
mis alegrías y mis más secretas congojas.
Si estás de buen ánimo,
prometo hasta decírtelo cantando.
De lo contrario,
no he de contrariarte y dejaré que sea el silencio quien te arrulle
y nos estreche a ambos
entre sus algodonados brazos.